Con el devenir del tiempo la relación en la pareja tiende a ir evolucionando, es necesario adaptarse a los cambios que se producen en la misma, a experimentar una necesidad continua de crecimiento en los aspectos que se generan en ella, demostraciones de afecto, la comunicación, la sexualidad, la economía, gastos, tiempos de ocio, la relación con los familiares próximos, con amistades, filosofía de vida, los acuerdos en el arreglo de casa, entre otros.
Este cambio dialéctico que se experimenta en la sociedad también se evidencia en la familia, el hogar y la pareja. Una relación sana es preciso cuidarla, adaptarse a todo tipo de cambios, buenos y malos, pero frecuentes y continuos. Está en cada uno de nosotros que la relación sea un viaje apasionante o una continua zozobra debido a su inestabilidad. La vida en pareja es algo por lo que luchar vale la pena, un viaje en el que superarse cada día es vital, puesto que no hay definitivamente nada ganado.
Una relación sana se alimenta de un círculo asertivo afectivo, reconociendo que los derechos de uno terminan donde empiezan los derechos de su pareja y viceversa, una comunicación y escucha activa, una relación proactiva; y, claro está resiliente.
Las parejas que alcanzan esta relación comprenden que la satisfacción y la estabilidad emocional son fundamentales para alcanzar la felicidad. Esta entendida como el proceso que se construye en conjunto, pues usted no puede ser feliz a costillas de la infelicidad de su pareja, para ello, debe desbrozar todos los días, esa maleza que crece y destruye la relación. Dicho de otro modo, no deje que la rutina destruya su relación, que los celos infundados laceren su tranquilidad. La confianza y compresión son básicas para evitar caer en la relación reactiva negativa. Recuerden, es su decisión ser felices.
Francisco Herrera Burgos
gruposar16@gmail.com