En cada uno de los discursos de Noboa abundan ofrecimientos demagógicos. Mintió en la campaña electoral anterior, ha mentido durante su gestión presidencial y continúa mintiendo ahora en el rol de presidente-candidato.
En los últimos meses esta conducta se ha incrementado a propósito de la campaña electoral. Como acostumbra decir nuestro pueblo, está botando la casa por la ventana para conseguir votos, y arroja lo que tiene y lo que no tiene. Aprovecha el dolor de los damnificados por el fuerte invierno, para hacer demagogia dando una funda de alimentos por aquí, un botiquín por allá, mientras no entrega el presupuesto que por ley corresponde a los gobiernos seccionales para la ejecución de obra pública.
Hace poco dijo que se propone reactivar la economía nacional, ejecutando un «plan para inyectar millones de dólares directamente al bolsillo de los ecuatorianos, comenzando desde los que menos tienen». Y habló de crear siete tipos de bonos para el pueblo necesitado. Mientras la gente viva angustiada porque no tiene trabajo o porque sus salarios no le alcanzan, siempre habrá cabida para el clientelismo político.
No hay que olvidar que quitó millones de dólares a los más pobres elevando el IVA al 15 %, con el pretexto de enfrentar a la delincuencia que ahora está más cruenta y lo único que ha hecho es encarecer el costo de la vida.
Mientras tanto los únicos que se han beneficiado son los grandes empresarios a los que este gobierno, al igual que Correa, Moreno y Lasso, perdonaron sus deudas con el SRI.
La demagogia va también por el lado de Luisa González. Ahora oferta cosas distintas a las que el correísmo hizo o intentó hacer durante los gobiernos de Rafael Correa. Para muestra un botón: el Campo Sacha. Correa intentó concesionarlo, primero a PDVSA de Venezuela y luego a una empresa china; ahora González dice estar en contra de su concesión.
¿Se puede confiar en alguien que engaña en cada cosa, en todo momento? No. Los motivos para votar nulo sobran.
Remo Cornejo Luque
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