Credibilidad es la reputación que tiene una persona o un cuerpo colegiado, con respecto a las cosas que realiza, su veracidad u objetividad; si analizamos el papel del Poder Legislativo en el Ecuador, en los últimos años, este ha sido nefasto hasta la actualidad; indiscutiblemente por respeto a la sensibilidad de los honorables habrá que guardar cierta discreción en cuanto a los calificativos que se deberían emplear para ubicarlos, aunque me imagino ya están acostumbrados al maltrato.
Si se habla desde la objetividad, un circo tiene mayor aceptación con sus payasos, que los Honorables Asambleístas. Si se observa el panorama, a mayo del 2017, la aprobación de la gente a la Asamblea Nacional se ubicó en 41% y su credibilidad en 29%; al 2018 en 30% y 20%; al 2019 en 22% y 11,4%; al 2020 en 9,4% y 7,9%; al 2021 en 10,7% y 7,6%, respetivamente (Primicias – CEDATOS, mayo de 2021); a mayo de 2022, se ubica la aprobación en 19,5% y en 8,6% su credibilidad; para el 2023, año de su disolución en 95,37% la desaprobación y 5,9% su credibilidad; a mayo de 2024 la percepción no ha cambiado, su credibilidad es de 15% y su aprobación está por debajo del 30% (La Hora, mayo 02 de 2024).
El mayor problema frente a esta realidad, es que la Asamblea cumple sus funciones de legislar y fiscalizar: si legislar es crear la ley del sancocho y el biscocho, y fiscalizar es un asunto político, porque algo no me gusta. Tendremos que recapacitar ¿los honorables hacen o no hacen su tarea?
La actuación de la Asamblea en estos años da mucho que desear, su ineficiencia y su incapacidad, amerita un cambio, y por supuesto, unido a un cambio de mentalidad ciudadana ¡Ustedes los eligen!
Pablo Ortiz Muñoz
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