Para ser director de proyecto se requiere tres cosas: desenvolverse bien en su actividad profesional afín, conocer herramientas de dirección y manejar habilidades interpersonales como: liderazgo, inteligencia emocional, negociación; lo cual le permite atravesar estructuras verticales en forma horizontal o manejar situaciones difíciles y conflictivas.
Un proyecto exitoso nace de una relación armoniosa y de confianza entre un reconocido director y el representante de una entidad, llámese: alcalde, prefecto, presidente, director, rector, ministro, gerente, propietario, etc. La dirección integrada de proyectos del PMI (Project Management Institute), dice que esto solo es posible bajo un nuevo esquema de manejo de proyectos.
La entidad pública o privada busca a su director estrella (interno si es propio o externo si es contratado) y le entrega la potestad de elaborar y dirigir un determinado proyecto, desde el diseño, la ejecución, el control hasta la puesta en marcha. El director se convierte en el responsable único, bajo su dirección está el manejo de contratos con prestadores de servicios, subcontratistas, proveedores de equipos, etc. Un director se convierte por sí solo en una unidad de proyectos.
Este esquema tiene sus ventajas y desventajas, los alcaldes ya no pueden dividir el proyecto a su gusto entre consultores, contratistas, fiscalizadores, comprar a su antojo; el negocio jugoso ya no está en sus manos, no hay mordidas, el director ahora es parte suya, es su socio y no lo puede coimar. Con todo esto se puede decir que el alcalde ya puede dormir tranquilo.
Un director exitoso por sus múltiples conocimientos y habilidades requiere del apoyo y respaldo de su equipo, y del respaldo de inversionistas, autoridades y de un aparataje legal, para que pueda dar lo mejor de sí. La tarea no es fácil, llegar a esto se requiere muchos cambios, pero uno y más importante: de mentalidad.
Servio Burneo Valarezo
servioburneo@hotmail.com