Ecuador se encuentra en una situación crítica, donde la incompetencia y la corrupción parecen ser la norma. Los incendios forestales devastan el país, con miles de hectáreas arrasadas y una respuesta gubernamental que deja mucho que desear. Además de una crisis energética que obliga a racionamientos de hasta 12 horas diarias.
El escándalo de Telconet es otro ejemplo de cómo los intereses políticos y económicos se entrelazan. La reciente resolución de Arcotel que afecta a Telconet y su servicio de cable submarino amenaza con dejar a millones sin acceso a Internet, un servicio esencial en la era digital. En realidad, solo quieren controlar Internet.
La vicepresidenta, Verónica Abad, suspendida por supuestas irregularidades, refleja la descomposición del sistema político. Su regreso al país y las acusaciones contra su hijo por tráfico de influencias solo agravan la percepción de un gobierno en caos.
El asesinato de Fernando Villavicencio, un candidato presidencial que prometía cambios, y la reciente filtración de sus chats, que revelan una red de corrupción y extorsión, son un recordatorio sombrío de la violencia y la impunidad que reinan en Ecuador (que sorpresa…).
La XXIX Cumbre Iberoamericana, que debería ser un evento de prestigio, se realiza en medio de apagones y con una asistencia mínima de líderes internacionales, reflejando el aislamiento y la falta de credibilidad del país en el escenario global.
Ecuador necesita un cambio profundo y urgente, antes de que la situación se vuelva irreversible. Pero se me hace complicado que eso pase cuando ves a gente bailar, cantar y celebrar en una ciudad asediada por los incendios forestales.
Victoriano Suárez Álvarez