Ayer, quienes estamos dedicados a la actividad periodística en sus diferentes manifestaciones, recordamos el nacimiento del periodismo en nuestro país, siendo su pionero Eugenio de Santa Cruz Y Espejo quien, el 5 de enero de 1792 publicó el primer número de “Primicias de la Cultura de Quito”, para enfrentar el ignominioso trato que los habitantes de la Colonia sufrían por el dominio peninsular; sus mensajes libertarios calaron en la conciencia de quienes serían próceres de la independencia.
Desde luego, en la época de Espejo, la comunicación estaba restringida, el término “libertad de expresión” posiblemente era solo una utopía. Bueno, en la actualidad, en algunos países del mundo, de los que llevan el membrete de socialistas, esa libertad de expresión sigue siendo una utopía y tiene valor solamente la información que viene del gobierno y de los medios de comunicación que exaltan solo lo bueno porque para ellos no hay nada malo en lo que hacen y dicen sus líderes, como sucede en Venezuela, Nicaragua, Cuba, etc.
Ayer, cinco de enero, Día del Periodismo Ecuatoriano, cumpliendo con el calendario electoral de primera vuelta, comenzó la campaña para los comicios presidenciales y de otras dignidades que se realizarán el 9 de febrero próximo. Los procedimientos para llegar a los electores han variado sustancialmente. Antes, los aspirantes a las dignidades de elección, utilizaban las grandes concentraciones para, desde escenarios estratégicamente ubicados, pronunciar sendos discursos, aleccionando a sus electores a votar por ellos, a cambio de un sinfín de promesas que casi nunca se han cumplido. Ahora, la renovada tecnología comunicacional, pone a los candidatos frente a pequeñas pantallas de celular u otros equipos afines para, a través de cortos mensajes, algunos serios y otros ridículos, enviar sus propuestas a sus seguidores. Desde luego, son recursos acertados para preservar su vida, porque, con lo complicado que está el país en materia de seguridad, es prudente exponerse lo menos posible…Recordemos el trágico episodio de Fernando Villavicencio.
Aspiramos que los candidatos utilicen un discurso serio y respetuoso, que expongan sus planes de trabajo de lo que puedan hacer, sin agravios que atenten contra la dignidad de sus rivales. Si se proponen, pueden lograrlo.
Darío Granda Astudillo
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