Ecuador empezara el nuevo año con un feriado prolongado, una tradición que combina descanso y distracción, pero que también deja al descubierto las contradicciones de un modelo que sigue aplazando su desarrollo económico y social. Mientras se promueve el turismo interno como una solución para dinamizar la economía, se deja de lado un debate más profundo: ¿qué impacto tiene este tipo de decisiones en los pequeños emprendimientos y en la sostenibilidad del tejido productivo? Desde una posición crítica, y pensando en un país que necesita construir su futuro con bases sólidas, el problema no radica en el feriado en sí, sino en la falta de planificación estructural que permita armonizar descanso y productividad. Los feriados deberían ser una oportunidad para fortalecer las economías locales, pero en la práctica, terminan siendo un respiro temporal que beneficia a unos pocos sectores mientras el resto enfrenta desafíos aún mayores. Es evidente que la economía ecuatoriana necesita un cambio radical en su enfoque. Más allá del populismo de turno, el gobierno debería liderar un proceso de transformación productiva que permita a las empresas y emprendedores prosperar incluso en los días de descanso. Esto implica medidas concretas como incentivos para la innovación, acceso a financiamiento justo y políticas de capacitación para trabajadores y pequeños empresarios, debemos romper con la narrativa que limita el progreso al consumo inmediato y el espectáculo mediático. Un gobierno comprometido con el bienestar social debería priorizar la construcción de una economía robusta y equitativa, donde el desarrollo no dependa de los días trabajados o no trabajados, sino de un sistema que funcione incluso en las pausas. El cambio comienza con una ciudadanía crítica y propositiva. No se trata de renunciar al descanso ni al disfrute, sino de construir un modelo en el que estos se conviertan en motores de desarrollo y no en frenos. En un país donde la desigualdad sigue marcando la pauta, es urgente pensar y actuar diferente. El feriado, entonces, debe ser una excusa para reflexionar: ¿qué estamos construyendo y hacia dónde vamos?
Marco A. González N.
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