Una sociedad adulta piensa como adulta; una sociedad adolescente, piensa como adolescente; en una sociedad bárbara sus integrantes barbarizan. Lamentablemente nuestra sociedad aún no alcanza la adultez; vemos por doquier la presencia de comportamientos bárbaros y adolescentes, por ejemplo: poder corruptor en instituciones, personas y comunidades tramposas y rencorosas que corrompen absolutamente, instaurando así el desorden establecido que quiere aparentar orden. Pocas son las personas (almas bellas) y comunidades adultas con parresía que están dispuestas a combatir esta pandemia social, como aquella leyenda hasídica que dice: “En todo tiempo hay siempre 36 justos sobre la faz de la tierra, cuando ellos desaparezcan el mundo acabará. No se conocen entre ellos y cuando uno de los justos muere es inmediatamente sustituido por otro. Se los representa como extremadamente modestos, humildes e ignorados por el resto de las personas”. Según los psicólogos las personas y en especial los adolescentes tienen una capacidad mental prodigiosa que consiste en no darse por aludida, este mecanismo de defensa hace que se evite confrontar situaciones anómalas que ponen en juego el egocentrismo (me gustan mis errores afirma el adolescente). La voluntad de autoafirmación de las gentes de no aceptar que se equivocaron (por ejemplo, al momento de elegir y reelegir a un político embaucador) y la disonancia cognitiva les dice subrepticiamente “defiende tu derecho a equivocarte”. La psicología adolescente en la sociedad y en la política no nos permite entender que la voluntad errada no se convierte en verdadera porque sea mía o de una mayoría. Si fuésemos capaces de comprender que las mentiras, lo falso (bulos, fake news…) no valen para ti ni para mí, habríamos dado un paso razonable. Para dar este paso urge la necesidad de una terapia social que nos convierta en terapeutas sociales y de esta forma afrontar la psicología adolescente. Definitivamente hay que entender que no existe persona enferma sin entorno social enfermo y que todo padecimiento psíquico personal es al mismo tiempo trastorno psicosocial.
Jorge Benítez Hurtado
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