Nuestra frágil democracia

Uno de los problemas más graves a los que se enfrenta la sociedad ecuatoriana, es el alto nivel de corrupción enquistado en casi todo el aparato institucional de la nación. Tal es la magnitud del problema que casi todos los funcionarios públicos están en la mira de la ciudadanía y casi nadie confía en ellos.

El problema no es de ahora, es tan viejo como la República. Tan baja ha sido nuestra visión de futuro como ciudadanos, que en casi toda nuestra historia, los malos tratos han sido el comentario del pueblo en general. Sin lugar a dudas el problema se agudizó y se institucionalizó en los últimos años de gobiernos progresistas. Al borde de poner en peligro nuestra de por sí, ya frágil democracia. 

El asunto parece simple, desde cualquier punto de vista, si lo observamos detenidamente: una ciudadanía que poco o nada le importa el quehacer público y político del país; educación mediocre para nada acorde a la realidad; instituciones desprestigiadas y poco eficientes; justicia corrupta y sobornable; servidores públicos incapaces y poco comprometidos con los verdaderos intereses de la ciudanía. Problemas que sin meditarlos nos están pasando la factura.

Agrupaciones como: “El Observatorio Ciudadano de Control Electoral”, es una de esas agrupaciones sociales que aglutinan en su seno gente con estas características. Conformado a nivel nacional tiene como compromisos la lucha y denuncia permanentes contra los actos de corrupción; el control y fiscalización sobre los procesos electorales y la auditoria pública sobre los actos institucionales.