No es el momento de lamentarnos por esta especie de mala suerte que nos acompaña a los ecuatorianos, más bien de ayudar a vencer la modorra, la apatía, indiferencia e inseguridad en que estamos viviendo, matizada hoy por la campaña electoral inclinada hacia la oferta tradicional, llenándonos de caries la memoria con dichos y palabras distantes de la inteligencia, la experiencia y la realidad. Como extrañamos a los políticos que hablaban con elocuencia, resalto a Marco Proaño Maya “hay que sacudir todo lo que está podrido en la nación y todo lo que le duele al hombre”, “esta patria ya no quiere más calor que la queme, sino más luz que la ilumine”.
Estamos escuchando y tiktokeando las promesas y ofertas de los presidenciables y de los candidatos a la Asamblea Nacional, quienes ante el desbarajuste actual poco o nada ofrecen para impedir hundirnos más. Y dentro de ese desbarajuste político a nadie se le ocurre hablar del método a utilizar en los comicios del 9 de febrero.
Vale recordar que uno de los métodos de asignación de escaños a los asambleístas era el D´Hont, aquel que impedía escoger nombres y personas entre listas y constituía, según expertos, una limitante para el ciudadano porque el voto era en plancha. Hoy sería el de Wester, el mismo que de alguna manera nos da cierta libertad para escoger a los más buenos de los malos candidatos.
Lo recomendable sería que el ciudadano, para que su voluntad sea útil, no se olvide de elegir informado. Conviene darnos tiempo para enterarnos del alcance del método Wester, para no votar a ciegas, ni elegir “adoquines” para seguir empedrando el tortuoso camino del olvido en el que está represado el progreso de Loja.
En todo caso y a pesar de las limitantes del actual método, habrá que reflexionar y ponderar la pertenencia del evento cívico del 9 de febrero, para que la cuota de los 4 legisladores lojanos que vamos a elegir no sea aún más pintoresca que las anteriores y deje de nuevo al pueblo planchado.
Adolfo Coronel Illescas