
La democracia, en su esencia, es el sistema político que promete el poder al pueblo. Sin embargo, en muchos lugares del mundo, la palabra «democracia» se ha vuelto un término mancillado, una etiqueta que esconde la verdadera realidad: la estafa de la democracia.
Esto ocurre cuando las instituciones y los líderes electos traicionan la confianza del pueblo. A menudo, esto sucede a través de prácticas corruptas, manipulación de elecciones y la erosión de las libertades civiles. Los líderes autoritarios pueden utilizar las elecciones como una fachada para consolidar su poder, silenciando a la oposición y limitando el acceso a la información imparcial.
Además, la estafa de la democracia se alimenta de la desinformación y la propaganda. Las campañas de desinformación en línea y la manipulación de las redes sociales pueden distorsionar la percepción pública y llevar a decisiones electorales basadas en falsedades. Cuando la verdad se convierte en una víctima, la democracia se convierte en un mero juego de sombras.
Para proteger la democracia, es crucial que los ciudadanos estén alerta y exijan transparencia, rendición de cuentas y la protección de las instituciones democráticas. La prensa libre, la independencia judicial y la participación ciudadana son defensores esenciales contra la estafa de la democracia.
En resumen, la estafa de la democracia es una amenaza persistente que debemos abordar con determinación. Proteger este sistema político es responsabilidad de todos nosotros, y solo a través de la vigilancia constante y el activismo cívico podemos asegurar que la verdadera esencia de la democracia prevalezca sobre aquellos que buscan distorsionarla.
Victoriano Suárez Álvarez
victorianobenigno@gmail.com