Buena parte de los deportistas nacionales que dejaron una importante marca personal y, consecuentemente, han trascendido en la historia deportiva del país, provienen de hogares llenos de necesidades, donde la pobreza, con su dureza muy propia, forjó el carácter de hombres y mujeres que decidieron seguir construyendo, paso a paso, sus sueños y más caros anhelos. Esa falta de oportunidades, promovida por un sistema político y económico decadentes, en el que no sólo se acentúan las diferencias sociales, sino que también se las justifica, colocan a estos niños y jóvenes –de estratos bajos- en una situación de vulnerabilidad y abierta desventaja en todos los órdenes de la vida. Si bien el talento o la aptitud para la práctica deportiva no se pueden comprar en el mercado como una mercancía más, ya que es un don concedido por la naturaleza y que se lo perfecciona a diario con disciplina y tenacidad, no obstante, lo que distingue a esos campeones, es su firme actitud para enfrentar escenarios hostiles en el que muchas veces la indiferencia y el olvido de una sociedad individualista son más dañinos que el hambre. Ahí reside, precisamente, la esencia del campeón…
Una muestra de ello es el lojano Julio César Campoverde Torres, cuya juventud y adultez siempre ha estado marcada por la práctica del atletismo, representando a la provincia de Loja y al país en diferentes eventos, alcanzado muchos podios, sumando victorias, pero también derrotas que le han servido para mejorar en lo personal y deportivo.
El apoyo del sector público y privado siempre le han sido escasos, ha llegado con cuentagotas, por lo que ha debido Julio Campoverde compensarlo con el aporte personal, familiar y de amigos que conocen de su trayectoria.
Hoy, el ‘Juce’ ha activado una escuela para enseñar los fundamentos del atletismo. Con ello quedará su legado.
Giovanni Carrión Cevallos
@giovannicarrion