La educación es el camino, no hay otro

Una lojana soltera que desempeñaba las funciones de maestra, cumplidos sus treinta y tres años, empieza a sentir la desesperación de ver que su vida está pasando sin la que ella la viva. Aburrida de la enseñanza, frustrada por el exigente cuidado de sus padres y el ambiente del pueblo, sin dar a conocer a nadie, decide romper los vínculos que la ataban a su monótono existir, renuncia a su familia y su cargo para trasladarse a la ciudad de Quito.

Ya en la capital, como primer paso para salir del abismo en que se encuentra, asiste a un curso que organizaba una de las universidades de esa urbe, cuyo tema era la Reestructuración de la Educación en el Ecuador. 

Como dicha persona era estudiosa se destacó y brillo con sus propuestas en el mencionado certamen. Allí conoció a un educador de alta categoría, quien la recomendó y la ayuda a ubicarse como catedrática universitaria, para luego, por sus méritos, llegar a ocupar altos cargos de dirección e incluso y constituirse en una gran capacitadora. 

En una de sus conferencias magistrales, cuando hablaba de la crisis económica, política y moral que afronta el país, sostenía que el único camina para salvar a la nación de esta problemática era la implementación de una educación de calidad. Todo este- agregaba nuestro personaje- tiene que ir de la mano de la capacidad y el grado de compromiso de los docentes.

Este interesante enfoque convincente, coincide con el ilustrado argumento de Mujica que en alguna ocasión lo argumento en un discurso: “Un buen profesor es un recuerdo imborrable para toda la vida, pero también lo es un mal profesor. Y es por esto que, para mejorar la calidad de la educación, a la que no se la consigue con solo con dinero, sino también con la ayuda, la vocación y la capacidad del profesorado de entender que tiene un compromiso con la sociedad (1).

Jaime A. Guzmán R.

jaimeantonio07@hotmail.es