En estos días cuando pasamos más tiempo en casa, creo que muchas personas hemos comenzado a sentir los efectos que produce la contaminación acústica: el anuncio desmedido del gas, la compra de chatarra, la venta de tamales y quimbolitos, de frutas, la bocina de la basura y de la seguridad del barrio, entre otros, que se lo hace a niveles no admitidos, por encima de los 53 decibeles que es lo recomendado por la OMS, causa molestias, incomoda y desconcentra. Pero eso no es todo, si lo investigamos a profundidad la exposición constante del ser humano a niveles elevados de sonido puede llevar a propagar enfermedades cardiovasculares, hipertensión, trastorno del sueño, bajo rendimiento, deterioro cognitivo, entre otros síntomas; e incluso la OMS asocia esta situación con problemas de embarazo, obesidad y diabetes.
El Municipio de Loja, desde alguna de sus dependencias, en conjunto con la Secretaría del Ambiente, deberían realizar estudios para determinar, por sectores, a qué grados de contaminación sonora estamos expuestos en la ciudad de Loja, y así tomar las medidas que garanticen la buena salud de las personas.
Por más que estemos en pandemia no podemos alterar la tranquilidad, por el contrario, deberán, las instancias correspondientes, ayudar para que el teletrabajo pueda ser realizado de manera adecuada.
Esta solicitud no va en contra del trabajo informal, sino de su correcto funcionamiento.