Después de largos 40 y más años de lucha feminista por alcanzar sus derechos, la feminista Marilyn Loden denunció que existe un “techo de cristal” que impide el ascenso profesional de las mujeres en el trabajo, y aquello sigue siendo una realidad para millones de mujeres en Occidente y muy especialmente en los países del llamado “tercer mundo».
Tratando de entender el «techo de cristal», denunciado por la feminista, vemos con claridad que nuestras sociedades modernas no recompensan el éxito profesional alcanzado por las mujeres, asimismo, llegamos a comprender que aún sigue habiendo hombres, especialmente en la política, que les molesta que las féminas se preparen para gobernar un estado, considerando que es exclusiva tarea de los masculinos ejercer la política como un «arte de gobernar un pueblo».
Debemos aceptar que la competencia profesional entre hombres y mujeres no se da en términos de igualdad, porque es un pensamiento que intimida al género masculino y lo hace sentir vulnerable ante la amenaza de un matriarcado y lo hace cuestionarse sus propios logros.
El cambio se dará con o sin los varones, por cuanto nada es estático, todo cambia, «nadie puede bañarse dos veces en las aguas de un mismo río”, pero ese cambio podría ser mucho más simple, más armónico y más constructivo si son precisamente los masculinos quienes ayuden a romper el techo de cristal, luchando conjuntamente por la igualdad de género.
Lógicamente aquello implica que tanto los hombres como las mujeres deben renunciar a sus privilegios de forma voluntaria y estar dispuestos a luchar por una misma causa, para que el país alcance su desarrollo armónico en el aspecto social, político y económico y que sus habitantes cohabiten sin canonjías, ni discriminaciones odiosas que tanto daño nos han hecho durante siglos, sin haber permitido el desarrollo de los países del tercer mundo.
“El techo de cristal” debe romperse para dar paso a la tan ansiada igualdad de género sin machismos ni feminismos.
Luis Muñoz Muñoz