En octubre de 2023 Israel sufre un atentado por parte de Hamás y otros grupos armados palestinos de la Franja de Gaza, esta reacción se da por el bloqueo que mantiene Israel sobre Gaza, el mismo que ha convertido a la Franja en la cárcel a cielo abierto más grande del mundo. Por su parte Israel, haciendo uso de su legítima defensa (la misma que debe ser proporcional), inicia una contraofensiva desproporcionada matando a más de 180 mil personas, entre ellos niños y población civil. Para el Derecho Penal Internacional la conducta de los altos mandos de Israel constituye un genocidio y más aún cuando sus políticos hacen llamados a “borrar Gaza de la faz de la tierra” y “quemar Gaza”. Lamentablemente Israel (junto con EE.UU., su socio estratégico belicista y financiero) no está bajo la jurisdicción de la Corte Penal Internacional (CPI), por ende, jurídicamente el primer ministro de Israel Netanyahu y sus turiferarios no serán juzgados ante la CPI; sin embargo, moralmente no dejarán de ser criminales. Conocemos las obscuras intenciones del jázaro genocida Netanyahu, que se cambió de apellido “Netanyahu=Dios ha dado” antes de apellido Mileikowsky. Netanyahu está aprovechando el genocidio para cumplir su objetivo de crear la “Gran Jazaria” sueño dorado del apocalíptico rabino mesiánico Schneerson (Jalife, 2024). Los jázaros utilizan el judaísmo para manipular e imponer su poderío. De los 15 millones de judíos sólo el 20% son creyentes, el resto (80%, entre ellos los jázaros) no son creyentes, son simplemente “judíos” que defienden el territorio y cambian a Dios por el dinero (Mammona, dinero de iniquidad). Esta es la forma de podredumbre más grande que puede darse en una religión. Dice la Torá que el pueblo de Israel no tiene ningún mérito, Yahvé lo eligió por gracia, no porque sea mejor que nadie y si tiene orgullo o arrogancia o se cree mejor que los pueblos de su alrededor o de cualquier otro lugar, será un pueblo maldito (Cfr. Deuteronomio 7, 7-8. 9,4-6).
Jorge Benítez Hurtado
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