En Ecuador, la última celebración de Carnaval ocurrió en medio de violencias y caos político, además de lamentables muertes por la fuerte etapa invernal, todo ello incidió para que las expresiones de la fiesta popular se reduzcan.
El Carnaval de 2025 mostró que la crisis pública causada por el narcotráfico perjudica a todos. No hay ganadores en la “guerra interna”, como en cualquier conflicto, todos pierden, sobre todo los niños y jóvenes que crecen aislados de identidad, sin cultura donde representarse.
Lo colectivo convoca, abre espacios para diálogos y acuerdos, pero la violencia que se impone en Ecuador está llevando a que las personas pierdan las formas, momentos y tradiciones de comunicación. Parece que se acude a la desintegración de la nación y al reemplazo por otra forma de organización.
Una nación es la asociación de individuos que comparten una cultura, entre otras características, sin ella, se socava uno de sus cimientos, se deja a los ciudadanos sin valores y queda un suelo abonado para que se impongan nuevos regidores.
Suena exagerado decir que Ecuador está al borde de su desaparición, pero si se revisan los medios de comunicación de los últimos años, se verá una crónica transversal de cómo una sociedad deja morir a su país. Las noticias cuentan la agonía de un Estado “independiente”, solo que aún no se identifica si surgirá otro “nuevo”.
Se suele pedir que los informativos aporten con una visión positiva a los habitantes, pero no pueden dejar de narrar lo que viven millones de ecuatorianos, callarse por temor o conveniencias de terceros sería contribuir al caos.
Abel Suing
arsuing@utpl.edu.ec