El Yin y Yang del Coronavirus

Ahora que el mundo fue golpeado por esta pandemia, ¿Por qué nos es difícil ver los dos lados de la misma? ¿Por qué solo nos enfocamos en las muertes y nos estancamos en el miedo al contagio? ¿¬Por qué no miramos más allá?, y empezamos a aceptar que este virus presenta, aunque parezca ilógico, estas dos caras.

Es verdad que las cifras son elevadas en cuanto a contagios y fallecidos, y el miedo aumenta. Mientras tuvimos que quedarnos en casa, la economía del mundo colapsó radicalmente, sin poder recuperarse en su totalidad, hasta el día de hoy; observamos como las calles se llenaban de muertos, y los hospitales de enfermos por este enemigo que vino a acecharnos; en las noticias informaban de saqueos porque la gente ya no tenía que comer y cada día eran más los individuos que perdían su empleo por el cierre de empresas, que no podía producir más.

Pero, también podíamos observar el lado positivo de esta pandemia, estábamos todos juntos, coincidíamos a la hora de comer, escogíamos y veíamos juntos una película; vimos cómo la gente se reinventaba para poder generar recursos, todos nos transformamos en emprendedores, pues, desarrollamos una serie de talentos que teníamos dormidos por la forma en la que vivíamos, apurados, enojados, estresados y lo más hermoso fue que aprendimos a apoyarnos unos a otros, comprando y recomendando lo que producían los demás.

Como estudiantes, aprendimos el verdadero significado del autoaprendizaje, pues, aunque los maestros hagan su mejor esfuerzo, en estos tiempos es complicado aprender; sin embargo, leemos, resumimos, investigamos para poder completar lo que el maestro pueda enseñar. Sin duda puedo afirmar que nos ayudó a prepararnos para la realidad del mundo, que es dura, y muchas veces aprender por nuestra cuenta es la mejor opción.

En conclusión, debemos ver también lo positivo, tenemos que ser más conscientes de nuestras acciones, cuidar de nuestro planeta, de nuestras familias, de nuestra educación, de nuestra salud y con ello de nuestro futuro; al fin y al cabo, nosotros somos los creadores de nuestro propio destino.