El Niño de Belén

Con nuestra imaginación vamos a hacer una retrospectiva de dos mil años para trasladarnos al portal de Belén. Allí observamos un pobre pesebre sobre el cual descansa un encantador Niño. Sus padres María y José no caben de felicidad, algunos animales de corral con ojos de bondad asisten a este magno acontecimiento. De pronto escuchamos cantos celestiales que anuncian la buena nueva mientras unos pastorcitos, con humildes regalos, llegan a visitar al recién nacido.

Esta recreación bíblica, de sublime valor para el cristianismo, es el motivo principal para que cada año, durante el mes de diciembre, el mundo cambie de colores, se aviven los sentimientos más nobles que se generan en el ser humano y la ternura, con sonrisa de niño, llene la estancia con aires de paz, amor y armonía.

Mañana es Nochebuena, celebración apoteósica que reúne a la familia, doquier ella se encuentre: ya en la ciudad, ya en el país, o desperdigada por motivos de migración y otras circunstancias. Pensamos en estrecharnos en cálidos y afectivos abrazos, llenos de un amor y amistad indescriptibles y hacer vibrar nuestro corazón al ritmo de alegres villancicos. Luego, quizá, la cena que, no importa la condición económica, con poco o con mucho, se prepara en cada hogar…y, luego, la fiesta. El miércoles 25 recordamos el nacimiento del Niño Jesús, con su presencia histórica, cuyo mensaje vino a transformar el mundo.

Vale la pena reflexionar, en estos momentos tan duros para nuestro país, por problemas que, lamentablemente hemos generado los propios ecuatorianos, si no sería factible que, esa luz navideña y ese mensaje cristiano, nos podrían hacer cambiar de actitud: desechemos ese egoísmo de encerrado dogmatismo de pensar que sólo lo que yo pienso, digo o hago es lo verdadero. Abramos las puertas a los demás para buscar consensos y no ahondar en los problemas. Que los que viven de la política pensando solo en su movimiento y en su ego, cambien de actitud para que trabajen con sinceridad por el país y el bienestar del pueblo. Que los que derraman sangre en las calles, motivados por el odio y la venganza, valoren la vida de los demás y la respeten…soñar no cuesta nada. Feliz Navidad y muchas bendiciones.

Darío Granda Astudillo

dargranda@gmail.com

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