El éxito a menudo se mide en términos de logros tangibles: títulos, dinero, reconocimiento, entre otros. Sin embargo, a veces la gente, enfocada únicamente en esa necesidad de tener «éxito», en lugar de esforzarse, utiliza tácticas deshonestas. A veces, los títulos no son bien obtenidos, el dinero es mal habido y el reconocimiento es un fraude, dejando de lado los valores éticos y morales. Además, incluso logrando esas métricas de manera honrada, se pueden hacer sacrificios donde los costos superan los beneficios.
Por esto, el verdadero éxito va más allá de estas métricas superficiales. Se trata de encontrar un equilibrio entre nuestras responsabilidades y pasiones, y de vivir una vida que refleje nuestros valores y aspiraciones personales. Como cita Ralph Waldo Emerson: «El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene». El éxito verdadero es aquel que nos permite crecer como individuos y contribuir positivamente a la vida de los demás. Sin esta contribución, el dinero, los cargos, los títulos, etc., no sirven para nada.
Finalmente, el verdadero éxito no se mide por la cantidad de logros que acumulamos, sino por la calidad de vida que llevamos y el impacto positivo que generamos en el mundo. Aprovechemos estas fechas para reflexionar y actuar desde nuestros lugares, contribuyendo al bienestar de los demás y fortaleciendo nuestra comunidad: ¡Seamos exitosos!
Santiago Ochoa Moreno
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