Qué nos depara el 2021, todos los ecuatorianos rumoran, con cierta apreciación de esperanza en qué variables como el empleo y sus desagregaciones, reactivación económica, salud, endeudamiento y sobreendeudamiento, y se suma a la incertidumbre del estado de excepción y su inconstitucionalidad, con ello otro revés del gobierno de turno, y que deja en sí la toma de decisiones para los GAD (Consejos Cantonales). Con crisis económica y un gasto corriente elevado en el sector público, es muy probable que muchos contratos laborales hayan fenecido a fin del 2020 y con ello la notificación de talento humano, lo cual pone en mal predicamento la estabilidad en el corto plazo de muchas familias y que dejaría en sobre aviso el no cumplimiento de 1,6 perceptores de acuerdo a la metodología del INEC, lo cual decantaría en la búsqueda inmediata de aquellos desempleados en nuevas fuentes de empleo. Mas, se evidencia en el entorno doméstico una sobreoferta respecto a la demanda de capital humano debido a que el sector privado aún no sale de su resaca. Una vía posible para subsistir es crear emprendimiento, que en muchos de los casos será informal, estadística que no es validada para la recaudación impositiva del Estado.
Todo lo expuesto, actuando en situación de pandemia que ha venido para quedarse y generar una nueva realidad. ¡Qué el estado asuma la responsabilidad de atender inmediatamente al mayor número de contagios es imposible!, por ello la aplicación del estado de excepción para en algo detener la ola infecciosa no fue ni es la solución, la cura es la aplicada por cada individuo “autoprotección”. Por lo manifiesto, se requiere analizar a profundidad y sopesar ¡o la salud social o el bienestar económico! Creería que se puede generar beneficio económico, aplicando los protocolos de bioseguridad a cabalidad. Ya que como se observa, la norma desde el ejecutivo no tiene alcance en la sociedad.
Paul Cueva Luzuriaga
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