Nadie está exento de sufrir un accidente; pero, ¿la imprudencia, la irresponsabilidad, la prepotencia y la poca empatía no han sido predominantes en la mayoría de accidentes de tránsito recientes?
Cada día es común en cada calle ver a vehículos estacionados junto a los letreros de no estacionar, hacer doble fila, subirse a la vereda, y lo aún peor, pensar que una señal de pare o un semáforo, son solo una sugerencia.
Los motociclistas (no todos) se creen inmortales, se cruzan en zigzag y a velocidad por donde quieran, para ellos la luz roja, significa acelere, y nunca dudan en invadir una vía para llegar más rápido a su destino.
Para los ciclistas (no todos) al sentirse una clase superior, las señales de tránsito les han dejado de importar, las veredas se han convertido en sus pistas, y los peatones, enemigos que confrontar.
Para los peatones (no todos), el ver venir un vehículo por la calle, suele representar un reto de velocidad, y se cruzan de prisa sin importar el lugar.
Para los conductores de automóviles (no todos), para compensar algún complejo, piensan que el acelerador siempre debe ir a fondo, y dentro de sus vehículos, ellos tienen sus propias leyes y si han consumido alcohol, se creen unicornios azules, a los cuales todos debemos hacerles reverencia.
Es momento de decir alto, seamos conscientes, la vida es más importante que cualquier apuro, y la prisa, solo no puede llevar más rápido al fin de nuestra vida o a arrebatársela a otros. Maneja con cuidado.
Santiago Ochoa Moreno
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