Círculo virtuoso

La mayoría de actores de la religión católica, en sus predicas diarias, sostienen que Jesús ofreció su vida para reparar nuestros pecados. Respetando dicho criterio, creo que nuestro creador, más allá de la salvación de nuestros yerros, lo que hizo fue dejarnos una lección magistral para aprender a aprender a amar, perdonar y hacer justicia al prójimo.

¿Pero cómo cumplir el oficio de amar al prójimo? Abogando por nuestros semejantes a través de la amabilidad, la bondad, la compasión, la solidaridad y la filantropía; eso sin, sin discriminar a nadie.  

¿Cómo ejercer el ministerio del perdón? Absolviendo y renunciando a la venganza por una ofensa cometida en tu contra.   

¿Y cómo cultivar la misión de la justicia? Haciendo todo de manera correcta, es decir siendo justos en nuestras acciones y decisiones, actuando de manera racional, pidiendo algunos límites y brindando confianza y seguridad.

¿Es fácil ejercitar estos principios? No lo es y, por eso, tenemos muchos problemas entre humanos. ¿La causa? La exclusión de la ética como materia.

Dicho todo esto, sería formidable que todos los centros educativos del país vuelvan a incluir en los pensum de estudios la ética desde una sólida fundamentación filosófica y unida a la cívica, enseñanza   que generaría un círculo virtuoso que nos conducirán a promover la justicia social en un ambiente de relaciones y trabajo eficaz y eficiente en un marco de respeto a las religiones, a los derechos humanos y la legalidad.

Jaime A. Guzmán R.

jaimeantonio07@hotmail.es