Mañana es el último día del año 2024, fecha que, de conformidad con la tradición ecuatoriana, es propicia para la realización de una serie de eventos profanos en los que el ingenio de las personas rebasa los niveles de la creatividad, para buscar espacios en los que, en primer lugar, con la quema de los monigotes, se quiere olvidar todos los malos momentos que nos deja el año que fenece y, con el abrazo de Año Nuevo, avizoramos días mejores para nosotros, nuestra familia y la patria.
Si hacemos un recorrido por los hechos trascendentes a nivel nacional, nos encontramos con sucesos que han sido motivo de gran preocupación y han calado en la vida de los ecuatorianos: la inseguridad que, con distintas máscaras, ataca a la tranquilidad de las personas, sobre todo en determinadas provincias del país; vanos han sido los intentos del gobierno y sus estados de excepción para devolvernos la paz. Los asesinatos y muertes violentas se cuentan por miles. El narcoterrorismo es vox pópuli en el Ecuador, al punto que, desde medios de comunicación internacionales han llevado a calificarlo como Narcoestado, algo que no nos hace ningún favor.
Las relaciones entre Presidente y Vicepresidenta también han sido motivo de turbios comentarios, por su franca enemistad que ha llevado a que algunas acciones incomoden la sensibilidad del común de ecuatorianos, porque es un caso sui géneris. Los apagones y su fragilidad comunicacional han gastado la paciencia de muchos ecuatorianos y afectado en millones a la economía nacional. Y, lo último, la desaparición forzada de cuatro adolescentes en Guayaquil, que hace suponer con trágico desenlace, empaña el rostro del Gobierno que quiere correr por la elección de febrero.
Lo de la Asamblea, asimismo, no da para el aplauso sino para la crítica pues, está muy lejos de preocuparse por forjar leyes que beneficien al país; a los asambleístas solo les interesa sus afanes personales y partidistas, sobre todo ahora que se acercan las elecciones.
Nosotros hagamos una retrospectiva del año que se acaba. Quememos todo lo que nos ha impedido crecer y saludemos el año 2025 con espíritu renovado, pensando en que vendrán mejores días.
Darío Granda Astudillo
dargrannda@gmail.com