Dentro de las libertades que nos faculta la ley, la constitución y los tratados internacionales, están la libertad de expresión y la libertad de prensa; la primera que se fundamenta en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que dice: […] ”Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión” […] Y la segunda que hace referencia a la libertad de los medios de comunicación a informar con libertad, responsabilidad ulterior y sin censura previa.
Desde Montesquieu, Voltaire y Rousseau, venimos invocando la libertad del disenso para fortalecer el pensamiento de los individuos y crear una masa crítica sustentada en el conocimiento y la investigación como suscitadores de tesis y teorías nuevas. Decía el historiador romano Suetonio: […]“En un estado verdaderamente libre, el pensamiento y la palabra deben ser libres”.[…] Esta triada: el pensamiento, la expresión y la palabra, tienen una sincronía que no puede romperse a la hora de emitir un criterio, una tesis, una idea. Y en este punto surge la pregunta que debemos responder con absoluta fundamentación: ¿de qué me sirve la libertad de expresión, si no tengo libertad de pensamiento? El escritor español y economista José Luis Sampedro dice: […]“Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no sirve de nada.”[…] es decir, para ejercer mi libertad de expresión a través de la palabra yo primero debo pensar.
El pensamiento es el producto que elabora la mente por medio de la actividad intelectual, en el que intervienen varias operaciones que forman una cadena de valor y son: el análisis, la síntesis, la comparación, la generalización y la abstracción. Si esto lo relacionamos con la democracia y en particular con nuestros procesos electorales, poco o nada existe cuando invocamos la responsabilidad de pensamiento; en muchos casos esta no existe porque ya fue adoctrinado, manipulado o limitado. No obstante, aún hay tiempo de recuperar primero la libertad de pensar y luego sí, poder hablar y construir un pensamiento coherente y libre; para que esto suceda les deseamos: …buen viento …y buena mar.
Lenin Paladines Salvador
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