La economía tradicional asume que las personas toman decisiones óptimas basadas en información completa. Sin embargo, el premio Nobel de Economía Herbert Simon argumenta que nuestras limitaciones cognitivas, de información y de tiempo nos impiden ser completamente racionales en la mayoría de las ocasiones. Según él, somos “hombres administrativos” más que “hombres económicos”. En lugar de buscar la solución óptima, utilizamos reglas generales para resolver problemas, lo que puede llevar a sesgos y daños colaterales.
Los líderes políticos a menudo enfrentan decisiones complejas con información incompleta y limitaciones de tiempo, si no están preparados o carecen de buenos equipos tomarán decisiones que favorecen a unos pocos y afectan a muchos. Además, los gobernantes pueden priorizar ciertos problemas importantes en lugar de los urgentes debido a restricciones de recursos.
Las organizaciones gubernamentales también están sujetas a la racionalidad limitada. Los funcionarios pueden tomar decisiones basadas en reglas y procedimientos establecidos, incluso si no son óptimas, lo que aumenta la burocracia.
Finalmente, los votantes también enfrentan limitaciones cognitivas al elegir candidatos. Pueden basarse en atajos, como la afiliación partidaria o la percepción de carisma, en lugar de realizar un análisis exhaustivo. Si queremos cambiar lo que podemos cambiar, debemos ser más racionales que viscerales y estar siempre bien informados.
Santiago Ochoa Moreno
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