Mario Benedetti, uno de los poetas más queridos de la literatura hispanoamericana, nos regala en su poema «La gente que me gusta» una reflexión profunda sobre la autenticidad y la esencia de las relaciones humanas. En un mundo donde la superficialidad y las apariencias a menudo dominan nuestras interacciones, Benedetti nos invita a redescubrir la belleza de lo simple y lo genuino.
El poema se erige como un homenaje a aquellas personas que, a pesar de las adversidades y las complejidades de la vida moderna, logran mantener su esencia. Benedetti nos habla de la gente que le gusta, no por su estatus social o sus posesiones materiales, sino por su autenticidad, su capacidad de ser ellos mismos. Esta perspectiva es un bálsamo en una sociedad que a menudo valora más las apariencias que la sinceridad.
Uno de los aspectos más conmovedores del poema es la forma en que el autor contrasta la felicidad genuina con el vacío del materialismo. En un mundo donde el éxito se mide a menudo por lo que poseemos, Benedetti nos recuerda que la verdadera riqueza radica en las conexiones humanas, en las amistades sinceras y en los momentos compartidos. La felicidad, según el poeta, no se encuentra en lujos ni en bienes materiales, sino en la calidez de una conversación profunda, en la risa compartida y en la compañía de aquellos que nos entienden y aceptan tal como somos.
Al final del día, son las personas que nos rodean, con sus virtudes y defectos, las que realmente dan sentido a nuestra existencia. Este poema es un recordatorio de que, en la sencillez de lo cotidiano, reside la verdadera belleza de la vida.
En este 2025, propongamos cultivar las relaciones auténticas que tanto anhelamos. Rodeémonos de personas que nos inspiran, que nos hacen crecer y que celebran nuestros logros. Al igual que Benedetti, busquemos conexiones genuinas que trasciendan lo superficial. Es momento de sembrar semillas de amistad, de construir puentes de confianza y de crear redes de apoyo. Juntos podemos hacer de este año un espacio donde la autenticidad florezca y donde la compañía de los demás sea un bálsamo para el alma.
Mauricio Azanza O.
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