Creemos hacer historia con cada proceso político, pero el tiempo nos ubica como el resultado pérfido y la burla sarcástica del sátrapa de turno. La tónica es la misma, campañas de falsos discursos, de promesas absurdas y de masas encantadas por banalidades del momento y figuras inventadas.
Mentir es la receta, y las propuestas son genéricas, trabajo, techo y salud, nada de impuestos y menos corrupción. Cuando la verdad ya en ejecución, es todo lo contrario: Te suben el IVA, la gasolina, te invade la violencia, y ya se evidencia aumento de la corrupción.
Ya en el 2017 te engañaron diciendo que un tullido seria la continuidad “del mejor de los gobiernos”, después de una evidente traición terminamos padeciendo lo que algunos creen que ha sido el peor de los gobiernos.
En el 2021 la estrategia del desencanto ya había calado en el elector, y a pesar de que la hemeroteca te recordaba que el mismo banquero ya había cogobernado en la crisis del 99, diste tu confianza en alguien que no cumplió y a medio periodo el barco abandonó.
Y en el 2023 el Outsider apareció, alguien sin experiencia, conocimiento o preparación, con un error de la democracia sin pensarlo las elecciones ganó. Y el resultado es justamente un gobierno de improvisación, que después de año y medio en el poder ya es manifiesta su pésima gestión.
Lo terrible de todo esto, es que, a pesar de la violencia, la infamia, y la persecución. El juego de la comunicación ha sometido a vastos sectores de la población, teniendo el apoyo considerable a esta especie de totalitarismo moderno.
Por ello bien decía H. Marcuse: “Bajo el gobierno de una totalidad represiva, la libertad se puede convertir en un poderoso instrumento de dominación”.
Jorge Ochoa Astudillo
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