La ciudad habla

Las relaciones entre personas, los sistemas de abastecimientos y las dinámicas de las instituciones configuran espacios para las manifestaciones de los intereses y las demandas de la población. En entornos con adecuados servicios básicos, ingresos económicos dignos y tolerancia emergen manifestaciones creativas, se inauguran experiencias, ocurren innovaciones y se crean empleos.

Cuando los abastecimientos son deficientes o la distribución de la riqueza es injusta las expresiones de las ciudades son de caos e inseguridad y consecuentemente la calidad de vida disminuye. Igual que a las personas, a las ciudades hay que escucharlas, dialogar con ellas, ubicar las razones de los conflictos y las rutas de solución.

Actuar con “mano dura”, emplear a la fuerza pública para ejercer presión, intentar imponer una visión desemboca en hostilidades, en herir a los débiles. En Loja hacen faltan lugares para hablar con la ciudad, para conversar con sinceridad entre comunidad y autoridades hacia logros concretos.  

Lo que ocurre en Cali y otras ciudades de Colombia durante el último mes señala que se perdió la tradición de pedagogía ciudadana que mostró cómo alcanzar la paz. En lugar de brigadas de policías los gobernadores deberían enviar contingentes de educadores y gestores sociales para ubicar las prioridades, las denominaciones y a través de quiénes se construyen “los futuros” que las ciudades necesitan, en plural porque América Latina es diversa.

En Loja semana a semana se repiten los cortes de agua, hurtos, accidentes de tránsito, ventas callejeras, ralentización incluso en el cobro de impuestos, se pueden dar respuestas coyunturales, pero una solución de largo plazo vendrá cuando se hable con la ciudad. 

Abel Suing

arsuing@utpl.edu.ec