
La crisis energética afecta significativamente la vida de personas neurodivergentes: autismo, Alzheimer, o trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Estos pacientes dependen de la estabilidad en su entorno para mantener sus rutinas, regular sus emociones y reducir la ansiedad, pero los cortes de energía introducen cambios abruptos que pueden desencadenar respuestas conductuales disruptivas.
Para personas con autismo, la pérdida de luz y cambios en el ambiente pueden provocar respuestas como irritabilidad, crisis emocionales, conductas autolesivas y comportamientos repetitivos. Los apagones modifican el entorno estable que necesitan, intensificando su sensibilidad sensorial y aumentando la ansiedad. Este estrés impacta a las familias y cuidadores, quienes deben responder a la conducta alterada, generando un entorno familiar desafiante.
En el caso de pacientes con Alzheimer, los apagones agravan la desorientación y la confusión, ya que la oscuridad interrumpe sus patrones de reconocimiento espacial y temporal, afectando su capacidad para navegar en el entorno. Estas personas suelen confiar en señales visuales y auditivas constantes para sentirse seguras; cuando desaparecen repentinamente, pueden experimentar episodios de pánico, miedo, y en ocasiones, un aumento en el deterioro cognitivo por la pérdida de control en su rutina diaria.
Por otro lado, los niños y adultos con TDAH, quienes a menudo requieren un ambiente estructurado y con pocos estímulos, también enfrentan desafíos durante los apagones. La falta de actividad puede llevar a un aumento en la impulsividad y la hiperactividad, mientras que los cambios en el ambiente generan frustración y disminuyen su capacidad de concentración. Esto puede llevarlos a manifestar conductas como agitación, irritabilidad y una mayor dificultad para cumplir con sus responsabilidades.
Es crucial que las familias y los terapeutas anticipen estrategias que reduzcan el impacto de los apagones. Esto incluye el uso de luces de emergencia de bajo consumo, dispositivos que proporcionan estímulos alternativos (como juguetes sensoriales o aplicaciones de relajación), y técnicas de manejo de ansiedad, como la respiración profunda o juegos calmantes. También se recomienda preparar un plan para las familias, orientado a mantener la calma y brindar apoyo emocional durante estos eventos.
La sensibilización de la sociedad sobre los efectos de la crisis energética en personas neurodivergentes es esencial. Es importante promover políticas que garanticen un entorno seguro y adaptado a sus necesidades, especialmente en tiempos de crisis.
Michelle Katherine Vivanco Arciniegas
Neuropsicología
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