Imagina

Imagina que dejas a tu hijo en la escuela. Suponiendo que en la tarde lo verás en casa. Suponiendo que, si no puedes verlo, esperas a la noche para dar un beso de buenas noches. Tu hijo llegó a casa. Decidió salir a hacer los deberes. Empiezan las balas a sonar a su alrededor. Muere.  Pasó, tenía apenas 5 años y murió.

Imagina que tu hija, hermana, que se graduó de enfermera decide ir a trabajar a Quito buscando mejores días. Ella, en la ilusión de cualquier persona de enamorarse, una noche sale de fiesta. Nunca más regresa. Aparece en partes enterrada en un parque. Fue violada y asesinada. La lojana se llamaba Letty Cando.

Mientras esto se escribe, mientras la campaña sigue y se habla de cosas banales como la fealdad que causa el marxismo o si estamos peor o mejor que Venezuela, no nos damos cuentan de la fealdad de nuestra sociedad que normaliza la muerte todos los días. Que parece ver en las noticias un asesinato como un anuncio comercial de lunes. No nos damos cuenta que el debate es infecundo al compararnos con Somalia o Venezuela, si no podemos compararnos con la paz que nosotros mismo teníamos hace pocos años.

Ojalá todos y cada uno de nosotros podamos ver las cosas realmente importantes. Ojalá cada muerte no pase para nosotros como un número más, como los más de 160 muertos desde enero sólo en Durán.  Como la muerte de Nelly Cartuche, el domingo en Loja, en El Capulí. Ojalá la empatía nos lleve a buscar buenos destinos para el país y corresponsabilidad también desde nosotros para no seguir tejiendo un país de cromo y papel.

Pablo Ruiz Aguirre

pabloruizaguirre@gmail.com

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