Así como el Cabildo de Loja ha tenido el acierto de denominar a varias calles de la urbe con nombres de personajes ilustres, es momento de que se considere el de BENJAMÍN PINZA SUÁREZ, quien constituye no solo un referente en materia de cultura, periodismo, docencia, filosofía e historia, sino como uno de los hombres públicos más diáfanos de los que nos podemos enorgullecer sin reparos.
Si acaso buscáramos un término que adjetive globalmente su trayectoria, el más adecuado sería el de intachable, pues jamás lo hemos visto –y de ello podemos dar fe quienes tenemos el honor de su amistad desde hace ya muchos años– enlodado en las bajas pasiones humanas. Al contrario, su trabajo intelectual, además de honesto, ha dado cuenta de su meridiana inteligencia, aguda percepción de la realidad socio-política y antropológica, conocimiento amplio de la literatura y la filosofía, desempeño ético del periodismo y de su capacidad magistral para la docencia. Ahí están regados, en nuestra patria chica y en algunas partes del orbe, los testimonios y resultados de su cátedra autorizada. Así como los ecos de su narrativa y poesía que ya son patrimonio identitario de nuestra Loja, y patrimonio personal de todos quienes nos hemos abocado a ellas.
Asimismo, su incorruptible personalidad y enorme estatura moral le han permitido trascender a nivel intelectual y humano, bregando una trayectoria que supera ya los cincuenta años de incesante producción literaria, musical, periodística y artística. Como ejemplo, están sus libros “Conjugando el tiempo”, “Armonía del ser y la Palabra”, “Prontuario Académico y de Investigación”, “Una vida en Anécdotas”, “Memorias de un Gran Maestro”, “Fisonomía, Identidad y Talento Lojano”, “Vuelo Armónico de Desafíos”, “Lojanidades” y “Poemario de Benjamín”, así como sus discos “Loja de mis ensueños”, “Algo de ti”, “Serenata lojana”, “Un canto a Loja” y “Desde siempre”. Confiamos en que pronto el Cabildo materialice la gratitud del pueblo de Loja a un ciudadano que le ha glorificado, como pocos. Y no solo con una calle, sino con la perennidad del bronce. Será, ni más ni menos, un acto de justicia, del que estamos ávidos desde hace mucho.
José Luis Íñiguez G.
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