La creciente inseguridad en nuestro país y particularmente en nuestra ciudad, nos preocupa cada vez más, es que hasta hace poco solíamos considerarnos una comunidad pacífica, sin costumbre de presenciar tal cantidad y variedad de delitos, que actualmente nos están sometiendo más que la pandemia.
Ya no podemos sentirnos seguros ni en nuestras propias casas; el riesgo nos acecha en semáforos, restaurantes, tiendas, parques, carreteras e incluso en la vía pública. Recientemente, una amiga compartió una experiencia impactante; mientras se encontraba en un cajero automático en pleno centro de la ciudad, una señora mayor se le acercó, pidiéndole ayuda para utilizar su tarjeta; mi amiga con amabilidad tomó la tarjeta para mostrarle el procedimiento sin embargo, al instante se sintió mal e incómoda, pero pudo actuar rápidamente desde sus posibilidades y pidió ayuda, evitando que esa persona cumpliera su objetivo de intentar robarle, pues había utilizado escopolamina.
La intención al compartirles esta historia no es causarles más alarma, sino más bien alertar a la comunidad, crear conciencia y fomentar una acción sin queja, en busca de soluciones; ya que el problema es de todos y requiere asumir atención y compromiso en conjunto, con actitud más vigilante y reflexiva, sin caer en la complacencia. Y, por otro lado, instar respetuosamente a quienes tienen la responsabilidad de garantizar la seguridad pública en Loja, a que refuercen sus esfuerzos; porque solo trabajando todos juntos podremos enfrentar y superar este nuevo desafío, para recuperar la paz perdida. “La seguridad no es un lema, es una forma de vida”.
Talia Guerrero Aguirre
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