La historia es una gran maestra. Y a propósito de ello, hace pocos días conmemoramos un año más de la declaratoria de Loja Federal en 1859, bajo el liderazgo de don Manuel Carrión Pinzano. Lo triste, no obstante, es que los lojanos no hemos sabido, no hemos querido o, en definitiva, no hemos logrado aprender de ella. Si en tiempos pasados nuestra Loja fue una provincia protagonista y gloriosa, hoy tengo la impresión de que es una simple espectadora de un desarrollo que, naturalmente, lo anhela y merece, pero que no llega.
El Federalismo no se trató solamente de una respuesta contundente al centralismo que concentra, margina y absorbe, sino en una posibilidad real y verdadera de alcanzar un inédito progreso, tal como sucedió en varios ámbitos en un periodo de apenas algo más de un año. La pregunta, de cara a nuestra realidad actual, es ¿qué nos está pasando que no salimos del ostracismo al que estamos sometidos? ¿Será que nos consume la desunión como ciudadanos, y la falta de voluntad política y de visión a largo plazo de nuestras autoridades para luchar, sin ambages ni hipocresías, por los grandes y urgentes proyectos de Loja? Ahí duermen el sueño de los justos, por ejemplo, el Parque Industrial de Loja, la Vía de 4 carriles hacia el Aeropuerto de Catamayo, la reconstrucción del Paso Lateral de Loja y mantenimiento de otras vías de acceso, el Eje Vial 5, la construcción y reconstrucción de la vialidad de nuestra provincia, la construcción de un hospital cantonal, un fondo permanente y suficiente para el Festival de Artes Vivas, la descontaminación emergente de ríos y quebradas, la transición hacia la economía naranja, un ambicioso plan de oferta turística, el control riguroso del transporte informal que está ahogando al transporte legalmente establecido, y tantos otros planes que son urgentes. Temo que los lojanos, en vez de unirnos en favor de las grandes causas comunes, hemos permitido que la farándula política, el individualismo y la ineptitud de ciertas autoridades ganen terreno, ignorando así las lecciones de la historia que deberían ser pauta suficiente para cumplir con nuestra tarea de ciudadanos y exigir que los políticos cumplan con la suya. De lo contrario, seguiremos condenados.
José Luis Íñiguez G.
joseluisigloja@hotmail.com