Falsa empatía

El diccionario define a la palabra empatía como: “Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”. La empatía requiere una fusión de horizontes en la relación, para lo cual la compasión juega un rol importante. Una persona es empática cuando se compadece del dolor y sufrimiento de otras personas, es por esto que la compasión es más que la empatía, aunque se manejen como sinónimos. La persona compasiva si puede curar, cura; si no puede curar, calma, si no puede calmar, consuela y si no puede consolar, a lo imposible nadie está obligado. Ante el honor de ayudar a quien sufre dijo el filósofo Max Scheler: “La persona ideal estaría siempre dispuesta no sólo a cumplir todos los deberes y a extender a su alrededor con la doctrina y su ejemplo el bien en el mayor ámbito posible, sino también a tomar sobre sí todos los sufrimientos, hasta la muerte más ignominiosa, por el bien del mundo e incluso por el de sus enemigos”. Sin embargo, hoy en día se llama empatía a un sentimiento (fühlen) barato, a un sentimiento impreciso, lábil, a una palmadita en la espalda, a un “ponerse en los zapatos del otro” (¿y si el otro no tiene zapatos?). Cuidado con las falsas empatías: hipocresía del “dar lástima” (¡qué bueno soy que todo el mundo me da lástima!); o el ¡Dios te ampare!; o el “Dios mío, si hubiesen sido mis hijos”. Hay otras empatías expresadas en egoísmos razonables: la “simpatía natural (“te quiero muchito, pero de pan poquito”); la “empatía psíquica” (lástima que muera tanta gente en las guerras, ¿Por qué los matarán si pertenecemos a la misma especie?); el sentimiento de “obligación moral” (primero a los míos y si sobra doy a los demás); el cumplir con la “obligación legal” (yo pago los impuestos, allá que se encargue el Estado).   

Jorge Benítez Hurtado

jabenitezxx@utpl.edu.ec

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