Foucault, filósofo francés, cuestionaba en su debate filosófico: qué es el saber; cómo se articula con el poder; y, qué relación existe para instalar «una verdad». Foucault responde diciendo que el saber «es lo que un grupo de personas comparte y decide que es verdad”; y, que, mediante esa verdad, el poder disciplinario controla la voluntad y el pensamiento. A partir de ese razonamiento me surge una pregunta: ¿qué es esta nueva normalidad que tanto se difunde en la sociedad?
Pues bien, esta reflexión filosófica me causa una especial resonancia cuando se habla -deliberadamente- que, tras la pandemia, o el Paro Nacional de junio, todo ha regresado a la normalidad; cuando la normalidad solamente ha quedado como la utópica percepción de medios y gobiernos. Tras la pandemia, por ejemplo, cuando dejamos de romantizarla, entendemos que el egoísmo de algunos privó de medicina, insumos y atención médica a quienes verdaderamente necesitaban.
Asimismo, tras esos dieciocho días de profunda incertidumbre social, ellos también decían que todo regresaba a la normalidad. Supongo que normal es vivir semanalmente con menos de $5,00 o entender que gran parte de la población, es multidimensionalmente pobre. También creo que era normal tener terror de caminar en la calle a plena luz del día, aún más cuando eres mujer. Aunque no había tomado en consideración que la nueva normalidad es caminar apresuradamente esperando que ningún psicópata atente contra tu integridad, seas del género que seas. No entiendo la nueva normalidad porque no se siente normal.
La inseguridad ciudadana es un problema estructural y sistemático que debe ser tratado como tal; que ninguna solución superficial y a medias podrá solucionar. Es imperativa la necesidad de políticas públicas, adecuadas y técnicas para iniciar el cambio. Sin ello, lo que hoy es malo más tarde será una nueva y aberrante normalidad.
Ma. Verónica Valarezo C.