
Se ha cumplido la segunda fecha de las eliminatorias hacia el Mundial 2026, que se jugará en Norteamérica. Ecuador obtuvo cuatro de seis puntos que, en el papel, parece bueno porque recién empezó a sumar y ya está en zona de clasificación con su sexto lugar. Sin embargo, hay desazón en los aficionados porque la tri no está caminando bien.
Veamos: en La Paz, Ecuador obtuvo un triunfo agónico sobre Bolivia por 2 a 1. Gol de Kendry Páez, magistral en la definición, denotando que, a sus 16 años, sabe manejarse como todo un profesional. Luego vino el empate en la complementaria, cuando los bolivianos se fueron con todo. Cuando se jugaba el sexto minuto de adición, Kevin Rodríguez, “el menos querido de la selección”, calló a todos sus detractores con el gol que selló la victoria.
En el partido del martes, aún se recordaba el 6 a 1 de hace tres años que Ecuador registró ante los colombianos. No se pensó en otra goleada, pero sí que la Tri completaría la jornada con otro triunfo. El partido fue intenso en el primer tiempo, con opciones de gol para Ecuador. En la complementaria Colombia exhibió un fútbol técnico y táctico que borró las buenas intenciones del equipo ecuatoriano que cedió un penal, atajado de manera magistral por Ramírez (otro de los criticados), luego un gol paisa que felizmente el VAR lo anuló. Al final nos quedó la sensación de que nos salvamos de la derrota. Ecuador ha jugado cuatro partidos con dos triunfos, un empate y una derrota, diríamos con un puntaje para media tabla que no es malo; sin embargo, llama la atención que el entrenador Félix Sánchez Bass, aún no haya logrado el once ideal sobre el cual trabajar y determinar las variantes. Eso le está afectando cuando ubica de titular a Enner Valencia que, aún no se recupera de la eliminación de Inter de la final de Libertadores. Trae a jugadores que no los ubica ni en la banca. El próximo rival será Venezuela que, en las eliminatorias pasadas, fue una pesadilla y viene de empatar a Brasil de visita y golear a Paraguay en casa. Queremos un equipo base y no planteamientos inesperados.
Darío Granda Astudillo
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