La historia nos hace conocer que, en Loja, pese a múltiples dificultades, en algo ha avanzado en su embellecimiento arquitectónico de la ciudad.
Hay evidencias que dan cuenta de lo aseverado. Quizá los más sobresalientes entornos urbanos atractivos sean, entre otros, la Puerta de la Ciudad, la Torre de San Sebastián, amén de sus hermosas iglesias y claro – al que quiero referirme hoy- el Tren de Loja, ubicado en el Parque Recreaciones de Jipiro.
El Tren es sin duda uno de los más emblemáticos, pintorescos, fascinantes, opulentos y un símbolo de atracción turística de Loja. Este maravilloso monumento, inaugurado en el año 2017, nos transporta al pasado y representa el anhelo y la lucha que ilustres lojanos de antaño acometieron para traer una línea férrea desde Puerto Bolívar a Loja y Zamora Chinchipe, “pero todo quedó nada más que en un sueño con grandes pesadillas”.
Es verdad que esta ingente obra arquitectónica se cristalizó en el periodo de la alcaldía del doctor José Bolívar Castillo y la ayuda técnica de expertos para perennizar dicha hazaña, pero el inventor de la idea y el que gestionó la donación de la locomotora, los vagones y las rieles fue el doctor Efraín Borrero Espinoza, quien por su rango, sus relaciones sociales y los grandes cargos que ocupó en la capital, se valió de algunas amistades, entre otras con un alto funcionario de la Empresa Nacional de Ferrocarriles del Estado para obtener tan ingente obsequio.
Este gran conciudadano, me refiero al doctor Borrero, por su ejemplo luminoso, por su forma poética de expresarse, por su compromiso con la honestidad, por su generosidad, por su amor a su tierra y por su habilidad para capturar las emociones humanas, es realmente un egregio ciudadano a quien Loja le debe mucho, muchísimo.
Jaime Guzmán R.
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