Democracia y libertad

Si analizamos la democracia desde su acepción esta representa una forma de gobierno expresada por la voluntad soberana del pueblo.  La democracia como tal se fundamenta en dos pilares esenciales: la autonomía individual: establece que cada individuo es capaz de controlar su propia vida, siempre sobre parámetros aceptables, acordes a una buena convivencia, y, la igualdad: fundamentada en la idea que todos los seres humanos debemos tener los mismos derechos y oportunidades, en lo que respecta a las decisiones que afectan al conglomerado en la sociedad. (Council of Europe, 2016)

Si la democracia nos da los privilegios de libertad, derechos y oportunidades para vivir en autonomía, el sufragio como expresión es parte de esos derechos, este nos permite elegir de forma libre y facultativa quien nos represente. Por lo tanto, representa la voluntad expresa de cada individuo y del conglomerado en general. Este derecho, no puede ser controlado, manipulado, ni direccionado, hacia intereses particulares o de grupos, ya que con ello se violentaría la democracia y sus principios, el derecho a elegir y ser elegido, y la libertad.

Sabemos que muchos de estos derechos son letra muerta y el desconocimiento de los mismos expone a una sociedad al fraude, a esto debemos sumar la estupidez como herramienta de control y la ignorancia como cómplice para ejercerlo.

Ante esto, un derecho fundamental que tiene la sociedad es la facultad para organizarse a través de agrupaciones de ciudadanos, con legítimo derecho legal para ejercer control sobre los procesos de elección popular, cuyo objetivo es salvaguardar la integridad expresada por los ciudadanos en las urnas. El Observatorio Ciudadano de Control Electoral a nivel nacional y sus coordinaciones en cada provincia tiene como misión precautelar la transparencia en cada uno de estos procesos.

Pablo Fabián Ortiz Muñoz       

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