El gobierno de Ecuador, frente los desabastecimientos de energía eléctrica, debe comunicar la crisis para “minimizar los daños, mantener la confianza del público y orientar las acciones y respuestas adecuadas ante la emergencia”. Sin embargo, los ciudadanos procuran identificar los canales y voceros adecuados para asumir las directrices correctas.
Los cambios, varias veces, inadvertidos de los horarios de apagones, generan malestar. Muchos líderes han expresado inconformidades porque no se pueden prever actividades. Se piden explicaciones, pero se percibe una sensación de oportunismo electoral, el mismo presidente Noboa aseveró que desconoce los criterios emanados por los técnicos.
En este escenario, sin una coherente y sistemática emisión oficial de mensajes, queda en manos de los ciudadanos fomentar redes y formatos adecuados para menguar y superar las limitaciones de las carestías de luz eléctrica.
Resultan efectivos los chats barriales, los mensajes entre familiares y las conversaciones entre conocidos para desencriptar las páginas “oficiales” de las empresas de distribución eléctrica. Ocurre que un “meme”, un gráfico o un audio elaborado por los vecinos son más precisos que la portentosa propaganda pública, porque en el fondo los primeros buscan comunicar, forjar acciones colaborativas, mientras lo otro intenta vender un candidato.
La comunicación social es bidireccional, es crear espacios para el encuentro y trabajo en común sobre la base de códigos, lenguajes y significados que entiendan emisores y receptores, se traduce en consensos y múltiples aportes.
Parte de las soluciones surgirán de diálogos sinceros que surjan entre los ciudadanos y los tomadores de decisiones, para ello el primer paso en fortalecer y avanzar en una segura comunicación de la crisis.
Abel Suing
arsuing@utpl.edu.ec