En estos días de emociones deportivas, donde el fútbol vuelve a ser el centro de atención con la Copa América 2024, hay un sentimiento de orgullo que recorre el corazón de cada ecuatoriano. El reciente triunfo de Ecuador sobre Jamaica no solo ha llenado de alegría a los aficionados, sino que también ha puesto de manifiesto una verdad ineludible: ver a nuestros compatriotas triunfar en el escenario internacional alegra nuestra alma. Y este sentimiento no se limita al ámbito deportivo, sino que se extiende a todas las áreas donde los ecuatorianos destacan y representan a nuestro país con honor y excelencia.
Así como celebramos los goles en el fútbol, debemos aprender a celebrar los logros de nuestros artistas, gestores culturales, científicos, y profesionales de todas las ramas. Ecuador está lleno de talento, y cada vez más compatriotas están dejando una marca en el escenario internacional. Desde literatos que ganan premios internacionales hasta profesionales que hacen descubrimientos revolucionarios, todos ellos llevan consigo el nombre de Ecuador y lo ponen en alto.
Un punto esencial que debemos considerar es que estos triunfos, tanto en el deporte como en otras áreas, tienen el poder de unirnos como nación. Sin embargo, es preocupante ver cómo a veces se estigmatiza a aquellos que celebran con entusiasmo los éxitos deportivos. Hay quienes critican a los aficionados por invertir tanta emoción en el fútbol, argumentando que hay cosas más importantes. Si bien es cierto que hay múltiples desafíos que enfrentamos como país, desmerecer la alegría que trae una victoria deportiva es ignorar el poder unificador que tiene. La celebración de logros deportivos o de otra índole, no debería ser un motivo de división. Debemos aprender a reconocer cada pequeña victoria en cualquier campo. Las críticas y las quejas constantes solo sirven para dividirnos y desanimarnos. En lugar de ello, debemos enfocarnos en apoyar, en sumar esfuerzos y en hacer cada uno nuestra parte para contribuir al progreso y bienestar de nuestro país.
Lucía Margarita Figueroa Robles
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