Loja también se encuentra atravesando momentos difíciles a causa de un bárbaro invierno que ha hecho de las suyas, aprovechando que andábamos semi dormidos e indefensos, por no haber activado oportunamente, elementales normas técnicas de mantenimiento y previsión.
De allí que las aguas han descendido rabiosamente para: derrumbar peñas, rebosar ríos, fracturar puentes y carreteras, interrumpir la comunicación, carcomer cimientos y hasta introducirse en innumerables domicilios, a cambio del agua potable que se esfumó en distintos barrios de nuestra comarca.
Pero allí han estado los lojanos y los seres extraños que habitan Loja, manejando escoba, baldes, trapeadores y sacos de arena, mediante sendas mingas efectuadas, unos por solidaridad, otros porque no queda más, y otros tantos por el TikTok, aprovechando los vientos de campaña.
Se podría decir que el lojano tiene vocación para la resiliencia, ya que siempre está presto a resolver la adversidad, inclusive -como ahora- a punta de escobazo limpio y madrugando a recibir del carro tanquero una cubeta de agua para la sopa del día.
¿Culpables?… varios, desde el vecino que abandona sus escombros en la alcantarilla o los ríos, hasta quienes vamos a las urnas a dar el voto por personas que podrán ser carismáticas, pero que a la hora del examen, reprueban la asignatura en su gestión como administradores de la cosa pública.
A esta altura, ellos saben lo que tenían que hacer y no lo hicieron; nosotros, lo que tendremos que hacer para evitar que la historia se repita. Sin embargo, surge la pregunta: ¿Aprenderemos de este nuevo jalón de orejas que nos da la naturaleza? …¿O será que después de la tormenta, ese alcanfor que es el combustible anímico de los lojanos, se volverá a evaporar hasta la siguiente emergencia, para volver a repetir aquella promesa incumplida del : “Apenas pase la lluvia, cogeremos las goteras”.
William Brayanes
wbrayanes@gmail.com