A propósito de una foto carísima

Hay quienes aplauden la foto carísima de Noboa con Trump, como si eso fuese un logro gubernamental. De la foto podemos seguir hablando, pero hay que mirar lo que esa misma foto esconde. El sentido común mayoritario tiende a divinizar a Estados Unidos, a dar por natural su vocación imperial, y a justificar su intervencionismo; como si de un momento a otro, ellos fueran los héroes en la tragedia del mundo.

No es extraño encontrar letreros por la ciudad que homologue lo americano como bueno: “ropa americana”, “calidad americana”; o que se juzgue por haber pisado o no ese país, o que se tenga o no visa para visitarlo. No importa si por el Darién o por el aeropuerto, importa estar allá. La hegemonía geopolítica norteamericana se ha hecho parte de la cotidianidad, es lenguaje común: ellos los desarrollados, nosotros los subdesarrollados, ellos los blancos, nosotros los indios y mestizos, ellos el imperio, nosotros los súbditos. Y hace falta desmitificar a todo nivel esas jerarquías, para que nuestro ideal social, cultural, político y vital, no sea el de nuestros dominadores vestidos de buenos. La historia debe detenerse en el Plan Cóndor o la Doctrina Monroe, por ejemplo.

Bolívar Echeverría en su Modernidad americana decía que “más que la indiosincracia de un imperio, el “americanismo” ha sido el imperio de una “indiosincracia”: la del ser humano cortado a imagen y semejanza de la mercancía-capital.” Y esa lógica que ha permeado en la cultura latinoamericana, debe ser revisada, porque ellos siempre nos quieren como una banana republic, como unas infantiles naciones que necesitan de su paternidad.

Pablo Vivanco Ordóñez

pablojvivanco@gmail.com

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