Una Madre para todos

En mis tantos otoños que he vivido, cada 20 de agosto, con mis familiares, he acompañado a la Virgen del Cisne en su arribo triunfal a la ciudad de Loja: antes caminando algunos kilómetros, ahora solo algunas cuadras, pero lo importante es sentir esa emoción espiritual tan grande que causa nuestra Virgencita cuando pasa por nuestro lado.

El pasado miércoles 20, ríos de personas serpenteaban la sinuosa vía desde Catamayo hasta llegar a Loja, era un movimiento que venía empujado por la fe, la esperanza y el amor que despierta, en todos los feligreses, la Virgen María representada en su imagen pequeñita, pero con un corazón enorme y un manto que cobija a todos quienes, desde distintos lugares del Ecuador, estuvimos para caminar junto a ella y ser parte del apoteósico recibimiento. En cada caminante se notaba esa magia espiritual que derrama la bella imagen: cánticos, plegarias y testimonios de sacrificio para agradecerle por su protección y favores recibidos. Personas que lo hacían descalzas, otras en muletas o sillas de ruedas, con escenas conmovedoras y que invitan a la reflexión de cuánto influye, en los seres humanos, el valor de la oración, como único medio para llegar a Dios. Cientos de miles de cristianos estuvieron en la devota travesía, presidida por religiosos de alto rango, al igual que generales de la Policía y Fuerzas Armadas.

Pasadas las 18h00 fue recibida, en la Zona Militar, como Reina y Patrona de la Institución. Una ceremonia especial con liturgia, acompañada de sobrios y místicos discursos aumentaron el fervor de los cristianos reunidos en el sitio y de quienes seguían las secuencias a través de medios de comunicación. Luego recorrió el tramo final por la Gran Colombia; y, en la Puerta de la Ciudad, en acto especial, nuestra Churonita, se puso su traje de luces para entrar maravillosa y deslumbrante en la iglesia catedral, ante el delirio religioso de sus miles de seguidores.

La Virgen del Cisne ya está con nosotros, es el momento para que acudamos a sus plantas para confiarle nuestros triunfos y derrotas, nuestras alegrías y pesares. Ella, Madre de todos, sabrá bendecirnos, protegernos y ayudarnos con mucho amor.

Darío Granda Astudillo

dargranda@gmail.com

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