Cuando no se ha hecho bien la tarea de prevención para en algo paliar los efectos de la más grave sequía de los últimos 60 años en el Ecuador, toca recurrir a Dios que preside la nómina de quienes pueden salvarnos de la oscuridad.
Así lo reconoció el ministro de energía, Antonio Goncalves, cuando se le preguntó hasta cuando durarán los apagones, “sólo Dios sabe” respondió, tratando de insinuar que sólo un milagro nos salvaría de la crítica sequía que atormenta al país. Pero Dios también necesita una ayudadita del Gobierno que debería aportar luces en tanta oscuridad, para que la crisis energética no sea tan mayúscula.
Lamentablemente varios gobiernos no han logrado a tiempo, ni han dejado hacerlo a la empresa privada, impulsar alternativas de energía como la eólica, la termoeléctrica, la solar, para no seguir amarrados a un sistema energético caduco y desterrar los apagones que traen consigo graves consecuencias para todos los ecuatorianos. A propósito, procede escuchar a los precandidatos que aspiran llegar a Carondelet propuestas, proyectos, estrategias viables para salir de la crisis energética, indicando cómo y cuándo sus ejecutorias.
Como alcance a la invocación divina para que llueva y terminen los apagones, conviene aportar con una costumbre lojana. Cuando se presentan estos fenómenos naturales se recurre a San Isidro labrador, que lo veneran en la iglesia de San Sebastián y sale en procesión por las calles de la ciudad para que los fieles pidan, en este caso, haga llover. También recurrir a la esperanza campesina que espera todos los años el “cordonazo” cada 4 de octubre, con la ilusión que llueva copiosamente para preparar el terreno e iniciar las siembras.
En todo caso, en estos momentos de incertidumbre por la dura sequía, que “sólo Dios sabe” hasta cuando conviene recurrir a toda instancia, inclusive a la buena voluntad de San Pedro para que abra la llave.
Adolfo Coronel Illescas