Se va la Reina

Con la serenidad que otorga la marcha del calendario, pero inquietos por el futuro, Loja se apresta a despedir a su única Reina coronada en 1930, la Virgen del Cisne, que retorna a su casa el 1 de noviembre luego de estar entre la comunidad lojana y cuya imagen queda en el corazón de muchos, que año tras año tratan de sacar adelante una devoción, que a la postre es la que los empuja a vivir una experiencia de conversión, de cambio, de mejora y de fe, para no seguir viviendo con el corazón hipotecado.

La virgen al regresar a su habitual residencia deja a los lojanos motivados con la esperanza para lograr salir de los males que aquejan al país, maltratado por la inseguridad, la violencia, el crimen, la narcopolítica, la corrupción enquistada también en los poderes del estado y que, si seguimos indiferentes a la realidad nacional, el camino seguirá hacia el desastre.

Es que la esperanza siendo una virtud oportuna y necesaria, apta para las más variadas circunstancias y momentos, está con cierto declive por el peso de la realidad nacional que nos pone incertidumbres ante el futuro, jalonando la necesidad de reflexionar y reaccionar desde la pluralidad de las ideas, de la imaginación y de la creatividad, para poder dar color a nuestra vida en este equilibrio inestable que nos movemos los ecuatorianos.

Toca entonces sostenerse en el compromiso y la tarea de no perder la esperanza, ni dejarnos encerrar por la indiferencia; advertidos de que la cura al sentimiento de derrota, estancados en el conflicto y el lamento en que vivimos, no vendrá de afuera sino de adentro de nuestra decisión de encontrar tiempo para empujar la historia en la dirección del bien.

Luego de habernos motivado con la esperanza, la Reina, la Virgen del Cisne, regresa a su casa, se va, dejando la impronta de sus huellas en el corazón de los lojanos.

Adolfo Coronel Illescas

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