Prácticamente se han realizado los escrutinios electorales y solo quedan unas pocas cosas por hacer para que demos por terminado el proceso electoral al que tuvimos que atender como buenos ciudadanos. Solo quedan ciertas acciones y peticiones de trámite que, aunque resulten favorables a los peticionarios, no cambiarán fundamentalmente los resultados.
¿Qué nos resta por hacer, entonces, desde una perspectiva positiva, optimista y de bien para todos?
Creo que no hay una forma, secreta o conocida, para responder a esta pregunta. Sin embargo, hay líneas de acción que la mayoría las aceptaría y que todos podemos seguirlas para bien de todos.
En primer lugar, debemos entender que todos los actos humanos pueden estar contaminados con errores involuntarios o con intereses individualistas injustos. Por lo que hay que pensar en cambiar las leyes y reglamentos pertinentes que permitan realizar acciones más claras y confiables.
En segundo lugar, debemos pensar que el acto de las elecciones es solo uno de otros actos deliberados y responsables que forman parte de la vida colectiva y que fomentan el desarrollo del país, y que debemos realizarlos todos.
En tercer lugar, mayoritariamente se escogió determinado plan de acción, por lo que no puede exigirse que se realice otro diferente al aprobado y no deben realizarse acciones que detengan la ejecución de ese plan, so pena de ser considerados como traidores a la democracia a quienes las realicen. Esto no significa que no se escuchen pedidos de obras que pueden ser consideradas por el gobierno como no interruptoras del plan de acción aprobado.
Y, lo más importante, que cada uno de nosotros sea el mejor en aquello que pedimos. No es honesto que pidamos honestidad si somos corruptos o delincuentes. O que pidamos paz siendo violentos.
Carlos Enrique Correa Jaramillo
cecorrea4@gmail.com