Los resultados entregados por el neoliberalismo en América Latina y en el mundo no pueden ser más desalentadores, mejor nefastos. Un sistema económico absolutamente ineficiente para resolver los graves problemas de la sociedad derivados de la agudización de la pobreza y la desigualdad social, lo cual se ve reflejado penosamente en el desempleo, migración, aumento exponencial de los niveles de violencia y una exclusión indignante a la condición humana. No obstante, hay que decirlo, el modelo neoliberal resulta eficiente para un reducido grupo de privilegiados en la que los ricos terminan siendo más ricos.
Pero ahí están las mayorías, los desheredados del sistema, sin esperanza alguna mirando como sus derechos no son atendidos por un Estado que defiende los intereses de quienes ostentan el poder. Lo paradójico resulta que esas mayorías terminan convalidando con su voto a sus verdugos, lo cual denota el estado de descomposición de la democracia, en la que hay, precisamente, ausencia de pueblo en la toma de decisiones fundamentales.
Los pobres, a decir de Eduardo Galeno, ‘…Los nadies: los hijos de nadie / los dueños de nada./ Los nadies: los ningunos, los ninguneados,/ (…) que no tienen cara, sino brazos/ Que no tienen nombre, sino número…’; siguen esperando que las condiciones mejoren, pero ese cambio no llega, siempre les resulta esquivo, inalcanzable.
No obstante, los nadies, tienen en sus manos una poderosa herramienta para revertir esa situación. Me refiero al derecho (incluso obligatorio) al voto y elegir a sus representantes. No se puede seguir botando el voto, en función de emociones creadas por marqueteros políticos, sino reflexionar sobre propuestas y las mejores hojas de vida de candidatos (as) que piden el respaldo.
Es el momento de los nadies…
Giovanni Carrión Cevallos
@giovannicarrion