Ecuador es un país que se distingue por culpar, olvidar y callar, interesante incongruencia, que se genera en la sociedad con un facilismo total. Los últimos 60 años han sido nefastos para el país, pero de estos los últimos 20 han sido desastrosos, vivimos en una sociedad, por un lado, adoctrinada e idiotizada, y por el otro, indiferente a su realidad, indiscutible, existen excepciones.
Aunque el país muestre a lo largo de estos años crecimiento, pasando su PIB de USD 3186 millones en los 70, a aproximadamente USD 130 mil millones en la actualidad y un crecimiento económico relativo interanual de 3,14%, con un incremento precipita de USD 2047,00 a USD 6320.00, la realidad es otra.
Si contrastamos estos indicadores con el peso de la deuda, para nada es halagador; en los 70, la población del Ecuador era 6,5 millones de habitantes, en la actualidad es de aproximadamente 18 millones; nuestra deuda externa (solo externa, ya que no existía interna) en los 70 era USD 325 millones, representado 10,20% del PIB, lo que establecía que cada ecuatoriano debía USD 47,74 dólares; en la actualidad la deuda (tanto externa, como Interna) bordea los 70 mil millones, representando 63,19% del PIB, lo que establece que sobre cada ciudadano pesan USD 3607,25; es decir, los ecuatorianos crecemos endeudados, generando inconsistencias en el supuesto crecimiento y desarrollo del país.
Si hablamos del ingreso per cápita, en los 70 era USD 170,58 y la canasta básica representaba USD 304,40; en la actualidad es USD 526,67, y la canasta básica representa USD 803,82, mostrando que el ingreso individual no cubre ni las necesidades básicas; por lo tanto, nuestros representantes y servidores públicos son unos pésimos administradores y gestores, en lo que respecta al manejo macroeconómico, es decir, la clase política carece de todo conocimiento en el tema y los seguimos eligiendo, ¡y ahora! a quien echamos la culpa.
Pablo Ortiz Muñoz
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