La eternidad del pasillo

El pasillo, nuestro pasillo, es una eclosión de testimonios sentidos que, desde hace rato, han encontrado un recodo de inmortalidad en las fibras íntimas del pueblo ecuatoriano. Versos maravillosos, repletos de una belleza inusitada por la fuerza se su literatura, con mensajes sublimes, han encontrado su propio espacio en el consenso artístico de la patria porque, para cada verso hay un pentagrama de notas muy sentidas, con melodías profundas, tiernas que, con  gotas de rocío, humedecen los ojos del alma, porque  para cada nota hay un suspiro, para cada verso una flor, para cada canción un recuerdo, un balcón y la mujer amada.

Es que el pasillo es eso, es un cofre en donde guardamos  los sentimientos más nobles que cultivamos los ecuatorianos…Quizá desde los páramos de nuestra serranía, hasta las playas de nuestro litoral, o la braveza de nuestra selva amazónica, arrullados en suaves murmullos, jugando con nuestras emociones danzan las notas musicales que, inspirados compositores, con su sabiduría musical y acompañados de una guitarra, han plasmado en canciones que, con el devenir del tiempo, se eternizan porque,  los pasillos nunca mueren.

Nuestros pasillos pasan de orilla a orilla del etéreo, fueron interpretados antes y cantados hoy y lo serán mañana, porque los sentimientos no conocen las fronteras del tiempo, porque el amor se vivió con ansiedad ayer, se lo vive hoy, y será el alimento del corazón para mañana. El dolor y el desamor que angustian nuestro ser tienen el mismo color de los siglos,  saben a eternidad.

El primero de octubre de 1935, en la ciudad de Guayaquil nació Julio Alfredo Jaramillo Laurido el incomparable J.J. que llenó de música y pasillos todos los rincones de nuestro país y que, al dejar nuestra frontera, con su incomparable voz, fue ovacionado en   la mayoría de países de nuestro continente, mereciendo el calificativo de “El Ruiseñor de América”. Como un homenaje a su trayectoria e influencia internacional, el ex presidente Sixto Durán Ballén, en el año 1993, decretó el primero de octubre como el Día Nacional del Pasillo.

Nuestro pasillo nació para la eternidad y debe ser valorado por todos ,  sin distinción de edades, porque el pasillo, definitivamente,  recoge la vivencia sensible  del  pueblo ecuatoriano.

Darío Granda Astudillo

dargranda@gmail.com